Para la elaboración se utilizan tres tipos diferentes de barricas: de roble español curadas durante dos años con vino olorosos de Jerez, de roble americano empleadas anteriormente para sherrys, y de roble americano blanco. El resultado es un whisky rico y de gran complejidad. A la vista, tiene un color anaranjado dorado. Al olfato, su olor es muy frutal, destacando sus aromas a manzana y frutos secos. Al paladar, su paso es seco y dulce, destacándose su final sherry.